Leer para saber-nar.
Por: Mónica Maydez.
Por: Mónica Maydez.
Sin maletas
por el mundo literario.
Sumergirnos en
un denso océano de letras es similar a lanzarnos de una montaña sin paracaídas:
no sabemos con qué nos vamos a golpear.
Sonreír con los fantasmas de Dickens o aterrarnos con los personajes
de Lovecraft; desear la eterna juventud igual que Wilde y después arrepentirnos
al conocer el trágico final; llorar con las anécdotas de una chica de medio
oriente que ha luchado por la educación para las mujeres de su país;
intrigarnos con los asesinatos de Agatha Christie y querer apresurarnos a
descubrir al malo del cuento; recorrer algunas provincias de Afganistán con las
apesadumbradas pero extraordinarias historias de Khaled Hosseini; visitar Tokio
y vivir un mar de emociones tomados de la mano de Murakami; regresar a México y
enloquecer con los textos de La Castañeda y su autora Cristina Rivera Garza; ir
a Monterrey para conocer el relato de los indios borrados narrado por Luis Felipe
Lomelí; darnos de bruces con la filosofía de Nietzsche; escuchar lo que nos
tienen que decir aquellos a los que siempre ignoramos o que creemos
insignificantes como: el perro, el féretro, un loco, el muñeco o un traje gris,
en voz de Francisco Tario; sorber la taza
de café, apretar nuestros ojos, detener la lectura porque nos acabamos
de dar cuenta que en realidad nos estamos leyendo a nosotros mismos.
Con cada
narración de los escritores, los lectores nos descubrimos. Unos escriben para
conocer y conocerse, otros, leen para reconocerse y entenderse. Leer y escribir
son nuestros guías por el sendero de la autoexploración, autoaceptación y
autoconomiento. Una historia que retrata un amor adolescente, nos remontará a
nuestros amores de aquella época, nos hará suspirar y comprender qué falló para
que esa relación no perdurara. La
anécdota de un hombre que pasa una navidad en las montañas, nos regalará un
aire de nostalgia por esas pintorescas fiestas. Ni qué decir de la afamada
novela Pedro Paramo invitándonos a escuchar las voces que emergen de las tumbas
y, de paso, a conocer Comala.
Cada libro es un
parche para el alma, una capsula para el cerebro y una copa de vino tinto para
los sentimientos.
Nosotros
elegimos los libros que leemos o el libro nos elige porque sabe que lo
necesitamos, porque intuye que algo de lo mucho que contiene nos va a hacer
reír, llorar, enojar y hasta comprender las situaciones por las que atravesamos
en la vida. Quizá porque sabe que le daremos existencia a cada uno de sus personajes,
nos identificaremos y tendremos la oportunidad de vivir otra vida al tiempo que
arreglamos nuestro mundo interior.
Dentro de un denso océano de letras, solo nos
queda reflexionar:
¿Nosotros le damos vida a un libro o un libro nos da vida a
nosotros?

Tan cierto cuando nos adentramos a las páginas de un libro a veces nos sacude nuestra realidad o nos adentra a una fantasía en ocasiones necesaria.
ResponderBorrar¡Muy cierto! Gracias por compartir tu experiencia.
Borrar¡Que muchas historias más te reconstruyan!