La travesía de las tortugas. La historia de los 43 normalistas.

 

Por: Mónica Maydez.

La noche del 26 de septiembre de 2014, 43 estudiantes de la escuela Normal rural de Ayotzinapa, “Raúl Isidro Burgos”, desaparecieron y, siete años después, seguimos esperando que el gobierno nos indique dónde están. ¿Qué pasó con ellos? ¿Será verdad que fueron entregados al grupo criminal Guerreros Unidos?

Al menos así lo deja entre ver Héctor de Mauleón en el prólogo de la obra de investigación periodística: “Ayotzinapa. La travesía de las Tortugas. La vida de los normalistas antes del 26 de septiembre de 2014”.

En la mencionada obra se recopilan las historias de los 43 normalistas que aquella noche pretendían llegar a Iguala para poder transportarse a la Ciudad de México y participar en las manifestaciones  que estaban próximas a celebrarse con motivo del 2 de Octubre.

Estudiantes que fueron desaparecidos por motivarse a conmemorar la matanza efectuada en el 68. Estudiantes que, en ese entonces, también deseaban manifestarse; nuestro gobierno se jacta de decirnos que la manifestación pacífica es un derecho humano que incluso está contenido en nuestra Carta Magna. Sin embargo, cuando se hace uso de ese derecho, ocurre lo similar que en el movimiento del 68 y en el de los 43 normalistas.

La obra que refiero, contiene el pasado, el presente y el futuro plausible de estos estudiantes de nuevo ingreso. Desde la bala que recibió en la cabeza el alumno Aldo Martínez, hasta el terrorífico desollamiento de Julio César Mondragón, a quien también le extirparon los ojos.

 Ayotzinapa, palabra náhuatl que significa “tortuga preñada cuatro veces”; padece la travesía de esperar que los 43 muchachos aparezcan así como se los llevaron.

La obra nos muestra algunas fotos de las casas que habitaban los estudiantes, casas humildes hechas con ladrillo sin pintar, de donde cuelgan los carteles con la foto del desaparecido “con vida se lo llevaron ¡Con vida lo queremos!”, pregonan las cartulinas con sus fotos y sus nombres.

Reseñas de jóvenes menores de 20 años, algunos máximo 22, cuyas vidas de sus familiares quedaron pausadas en el tiempo. No hay más allá porque les falta un hijo, un hermano; uno que tenía el anhelo de ser maestro, enseñar a los niños y así, contribuir a un mejor país, un mejor estado de Guerrero; pero que ahora se trata de un Estado manchado de la sangre de cada uno.

Últimas palabras y despedidas quedaron suspendidas en el aire con la promesa de volver a casa o de hacer una llamada.  Algunos de ellos se siguen viviendo en sueños, como el caso de Israel Caballero, que se presenta a sus amigos: sucio, demacrado y preocupado. Y no es para menos, todos ellos dejaron huella entre sus familias, amigos, en el Estado de Guerrero, en el país y en el mundo. Todos sabemos que existieron y que fueron desaparecidos en el intento de oprimir su derecho a manifestarse.

Para leer esta obra se requiere valentía y coraje para no llorar al imaginar a la madre de cada uno de ellos, besándoles la frente, persignándolos y pidiéndoles que no se vayan y si lo hacen que por favor les echen una llamadita si algo se ofrece. Un episodio más que mancha el sexenio de Peña Nieto y a nuestra bandera. Un capítulo que nos indigna y nos  envuelve en la corrupción ya conocida.

#TodosSomosAyotzinapa ... debe seguir siendo tendencia.

 


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