“EL GRAN DESAFÍO: SABER ABORDAR Y TRATAR LOS TRASTORNOS MENTALES ¿PSIQUIATRÍA FUNCIONAL? ¿QUÉ ES ESO?”
Por: Dra. Gabriela Vázquez Soriano
“Las
enfermedades no nos llegan de la nada. Se desarrollan a partir de pequeños
pecados
diarios
contra la naturaleza. Cuando se hayan acumulado suficientes pecados, las
enfermedades aparecerán de repente”.
- Hipócrates-
El pasado Octubre de
2020, la Organización Mundial de la Salud realizó un comunicado de prensa
después de hacer un estudio a, por lo menos 130 países, sobre los efectos
devastadores de la pandemia por Covid-19 y el encarecido acceso a los servicios
de salud mental; poniendo de manifiesto la necesidad urgente de incrementar la
financiación, puesto que los trastornos mentales se han visto agravados aún
desde antes de la pandemia.
La medicina funcional se encarga de analizar las causas y estudiar los factores subyacentes que han dado origen a las enfermedades y no solamente poner atención a la sintomatología.
El desafío, precisamente, es ir a la raíz (en este caso) de los trastornos mentales en lugar de enmascarar los síntomas con medicamentos. Significa comprender mejor estos trastornos, aceptar que el cuerpo humano funciona de manera integral y no en partes nos dará la pauta para el abordaje y el manejo de las enfermedades mentales. A esto se le conoce como: Psiquiatría Funcional.
Resulta conocido que los psicofármacos han sido “útiles” en los casos de crisis y cuando el trastorno está instalado y debuta con toda la sintomatología. Sin embargo, sólo “controlan” o “disminuyen” síntomas; no curan el trastorno, nadie observa las causas subyacentes y por lo tanto, una persona puede consumir ansiolíticos o antidepresivos por décadas sin ser consciente de las consecuencias del uso crónico de estos medicamentos.
Un meta-análisis realizado en 2017[1] hace una correlación entre el uso de ISRS (-inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina-, fármacos ampliamente utilizados como tratamiento de la depresión y la ansiedad) con el desarrollo de demencia, asociado a enfermedad de Alzheimer, sobre todo si el uso de los medicamentos inició antes de los 65 años de edad y ha sido crónico (por lo menos cinco años).
Aunado al uso de ISRS, se encuentran también las benzodiacepinas que, no sólo resultan adictivas, sino que a la larga provocan disfunción cognitiva, sexual y (“paradójicamente”) aumentan la ansiedad y la depresión.
Ahora cobra relevancia destacar que muchas personas han tomado medicamentos de este tipo durante décadas. Si tomamos en cuenta que ningún estudio de seguridad farmacológica ha durado más de dos años, es evidente que las repercusiones del uso indiscriminado aparecerán mermando la salud en mayor proporción.
En otros trastornos mentales como la bipolaridad, es conveniente tomar en cuenta que esta condición habitualmente aparece con otras comorbilidades y es justo ahí donde se estudian las causas subyacentes para poder abordarlo de manera integral. Situaciones similares ocurren en el caso del trastorno por estrés postraumático, la esquizofrenia, TOC y los trastornos de la conducta alimentaria.
Es cierto que existe un desajuste entre los genes, la biología, la fisiología y el entorno actual en el que vivimos. El organismo está preparado para recibir los insumos de una alimentación que lo nutra, el estilo de vida que le permita funcionar de manera óptima como el movimiento constante, el descanso; sin embargo, nuestro entorno “moderno” proporciona otros (alimentos ultraprocesados, sedentarismo [la ley del mínimo esfuerzo], fomento a la involución de las funciones cognitivas [varias horas día dedicadas a los aparatos electrónicos], etc. Por ello, el organismo responde de forma aberrante y se vuelve disfuncional.
Otro estudio realizado en 2018[2] se basa en un marco evolutivo de los trastornos de la conducta alimentaria en donde los factores subyacentes tanto de dieta como de estilo de vida impactan en el desarrollo de anorexia nerviosa y bulimia.
¿Cuáles son algunas causas subyacentes de los trastornos mentales?
a) Alteraciones
inmunológicas: Es importante recordar
que, al menos el 75% de la función
inmunológica, se encuentra en el intestino. Es vital que nuestros
alimentos sean nutritivos para mantener el balance de la microbiota.
b) Infecciones: Durante años se ha estudiado la asociación del
desarrollo de esquizofrenia y trastorno bipolar en personas con antecedentes de infección por
citomegalovirus, herpesvirus 6 y toxoplasma gondii.
c) Alteraciones
de azúcar en sangre: La resistencia a
la insulina es un padecimiento que cada día se incrementa y que al inicio no
suele tener demasiados síntomas pero sí varios antecedentes (sobrealimentación
sin nutrición, sedentarismo, alteraciones del ciclo del sueño, etc). Y tiene
una alta relación en el desarrollo de trastorno bipolar, depresión y ansiedad.
d)
Alimentación: Una dieta rica en productos ultraprocesados desencadena depresión. Los carbohidratos
refinados (pastas, harinas, pan, entre otros) provocan neuroinflamación y, por
consiguiente, ansiedad. Recordemos también que algunos neurotransmisores (en especial
la serotonina) también se producen y liberan en el intestino. La serotonina es
conocida por es un neurotransmisor excitador e inhibidor y por ello es que se
le conciernen características como estabilizador del estado de ánimo.
e)
Neurogénesis
deteriorada: La regeneración neuronal
se ve comprometida por la inflamación sistémica crónica, las alteraciones en la
microbiota y los altos niveles de cortisol por el estrés crónico.
f)
Detonantes
ambientales: Además de la
contaminación, la presencia de moho en los hogares promueve las alteraciones
mentales puesto que la inhalación constante e inadvertida de estas toxinas
fúngicas genera sustancias pro-inflamatorias, dañinas para el organismo.
g)
Misceláneas: Sedentarismo, exposición prolongada a la luz azul
artificial, traumas y la soledad. Esta última, en especial libera sustancias
pro-inflamatorias. Por ello es que, la socialización, es uno de los pilares
fundamentales de la medicina funcional.
Alimentación
anti-inflamatoria: Idealmente
personalizada para cubrir con los requerimientos nutricionales de cada
individuo. Sin embargo, muchas personas tienen sensibilidad (diferente de la
alergia e intolerancia) al gluten que se
asocia con el desarrollo de trastornos neuropsiquiátricos.
2)
Complejo B (especialmente folato, B6 y B12) en alimentos como
hígado de res, col de Bruselas, aguacate, pescado, huevo, espinacas, plátano,
entre otros.
3)
Probióticos: Producen GABA, serotonina (neurotransmisores que
regulan el estado de ánimo) y regulan la neurotransmisión.
4)
Ejercicio: Libera sustancias anti-inflamatorias. Yoga,
ejercicios para el nervio vago como las respiraciones conscientes, meditación, mindfulness, etc.
5)
Indispensables: Optimizar el sueño (no tener contacto con luz azul
artificial al menos dos horas antes de dormir, dormir completamente a oscuras,
ambiente de habitación no mayor a 15°C),
contacto con la naturaleza (caminar descalzos en el pasto, abrazar un
árbol, tocar las plantas) y jugar.
6)
Mejorar la
socialización (conversar sin
dispositivos electrónicos, mirar a los ojos, sonreír y caminar)
7)
Consumo de
otras vitaminas y minerales: La
vitamina D modula la inflamación y ha sido descubierta como protectora de
ciertas infecciones. El zinc, ya que produce catecolaminas. El magnesio se
encuentra en alimentos como las nueces, las almendras, aguacate y cacao; una
deficiencia de magnesio está asociada a depresión y ansiedad. El omega 3 es un
neuroprotector y optimizador de otras funciones metabólicas.
La psiquiatría funcional promueve la salud, al igual
que la medicina funcional y ambas pueden intervenir en el restablecimiento de
la salud cuando una persona se encuentra enferma. Las elecciones alimentarias, la salud emocional y el estilo
de vida constituyen la cara oculta del icerberg
antes de que un trastorno mental se instale.
Elige nutrirte en lugar de sobrealimentarte,
desmitifica la psicoterapia y elige tu salud emocional como una prioridad, no
te sustraigas del medio ambiente sin antes disfrutar del entorno vivo que te
rodea. Si pones atención en este autocuidado,
además de mejorar tu salud física, la salud mental también mejorará y te
proveerá de la fortaleza emocional requerida para enfrentar las adversidades de
la vida.
Buscar alternativas de solución y encontrarlas para
que tengas una salud mental plena es parte del ejercicio de la psiquiatría
funcional. No es “cubrir” los síntomas, es aprender a conocerte y saber
acompañarte sin etiquetarte.
“Antes de curar a alguien,
pregúntale si está dispuesto
a renunciar a las cosas que
lo enfermaron”
-Hipócrates
-Vive sano, vive consciente-
[1] Moraros, J. Nwankwo, C. Pattern,
S.B. & Mousseau, D.D. (2017). The association of antidepressant drug usage
with cognitive impairment or dementia, including Alzheimer disease: A
systematic review and meta_analysis. Depression and Anxiety, 34, 217-226.
DOI:10.1002/da.22584
[2] Nettersheim, J. Gerlach, G.
Herpertz, S. Abed, R. Figueredo, A.J & Brüne, M. (2018). Evolutionary
Psychology of eating disorders: An explorative study in patients with anorexia
nervosa and bulimia nervosa. Frontiers in Psychology 9;2122 DOI:10.3389/fpsyg.2018.02122

Excelente artículo doctora Gabriela Vázquez , muchas gracias por compartir.
ResponderBorrargracias Gaby, como siempre un gran apoyo.
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