El efecto positivo de la poesía en el bienestar humano ha sido infravalorado durante mucho tiempo. Existen posibles respuestas que fomentan dicho menosprecio. Considero que una de ellas se debe a la carencia de estudios científicos que corroboren la efectividad de sus beneficios en términos de cifras. Y es que en la actualidad solemos aceptar como información verdadera aquello que se nos confirme mediante datos cuantitativos, gráficas o tablas de datos.
La sociología considera que éste fenómeno se presenta a menudo, dado que estamos en la era de la información, etapa del tiempo en la que podemos conseguir absolutamente cualquier dato que necesitemos de manera instantánea. Solemos dar autenticidad a ese tipo de información puesto que “está respaldada por cifras y numerosos estudios, así como por instituciones de renombre”. Pero como los beneficios de la poesía no se pueden medir de esa manera, entonces no se reconocen con esa veracidad, por tanto, es algo que mientras no se pueda corroborar mediante el método científico, se concibe dudoso. Pero yo te invito a que, aunque no haya estudios rigurosos de por medio, lo compruebes por tu propia cuenta.
Hay actividades que afortunadamente escapan de una evaluación al estilo científico. Las actividades artísticas no se pueden ajustar a las medidas de la ciencia, es un crimen forzarlas a que presenten resultados que se puedan cuantificar. Esto es aplicable a todas las artes y humanidades. Aún recuerdo cuando de pequeña en la educación básica, se me solicitaba pasar a leer enfrente de la maestra, si leía cierto número de palabras en determinado tiempo, era etiquetada como alumna lectora, pero si no lo lograba, me esperaba la categoría de los no lectores. Hoy eso me parece totalmente absurdo. La literatura no se puede medir en patrones numéricos. Porque he aprendido a observar que los niños aprenden a leer y contar historias, incluso sin conocer el alfabeto. Y son inmensamente felices, y ese es precisamente uno de los objetivos de la literatura: producir gozo en el espíritu. También me he percatado que los niños producen poesía constantemente, porque su imaginación es libre de ataduras. Y la poesía conecta relaciones y elementos que escapan totalmente a las mediciones racionales. Tratar de reflejar en cifras lo que le sucede al alma después de conmoverse con lo poético, sería tremendamente ilógico.
Quienes me conocen saben que he decidido dividir en dos categorías a las personas: “personas que viven con poesía” y “personas a las que les hace falta poesía en su vida”. Lo suelo confirmar a menudo. Y jamás lo expreso con afán de ofender, todo lo contrario, mi intención es ayudar al mundo, invitando a las personas a empaparse del efecto poético y con ello vivir más tranquilamente, y sanar a través de las letras.
Yo percibo día a día que hay personas que no tienen tiempo para la poesía, eso me parece tan triste. Por otra parte, si que tienen tiempo para el estrés. Permíteme hablar del efecto poético en la salud mental:
Cuando lees delicadamente cada verso de un poema, la mente va
experimentando un cambio de ritmo en la percepción de la realidad, comienza a
disiparse la prisa por la vida
y la serenidad se va posesionando de tu ser. Es justo en ese instante en el que la apreciación de la belleza te conmueve, y la sensibilidad por la misma existencia se vuelve hermosa. Entonces, el estrés hace una pausa, porque ha sido intervenido por el efecto poético, que permite un profundo respiro a tu rutina sofocante.
Incluso los eventos más difíciles de nuestra existencia pueden ser intervenidos por el efecto poético, y se vuelven más llevaderos. Sino fuese así, no buscarías las mejores palabras para expresar tu amor, tu empatía, tu ternura, tu dolor y comprensión hacia el otro, es decir buscas poesía todo el tiempo, porque tú bien sabes el efecto que contienen las frases bellas en las diversas situaciones de la vida.
Permíteme decirte que eres un ser poético, porque justamente estás en
búsqueda de poesía, que es belleza, creación, por ende, sanación. Acostumbro
dar una receta para aliviar el estrés y cansancio mental: Lean un poema diario.
Leer poesía es un proceso regenerador para la mente, y crear poesía es un
proceso regenerador para el espíritu.

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