La sutil violencia enmascarada.


Por: Mónica Maydez.

-Sí, te ves bonita con ese vestido, pero a mí me gustas más con el pantalón y el suéter azul. –Tomándola por la cintura y mirándola con un amor desbordante, le suplica: - Cámbiate  por mí. Pa’ complacerme.
Ella se hunde en la mirada de él y sin estar de acuerdo, lo hace.
Despertar ante las violencias sutiles significa adquirir conciencia de nuestra vulnerabilidad. Aceptar que hemos sido violentadas bajo la máscara del amor romántico. Por ello, muchas mujeres prefieren negárselo porque claro, es doloroso. Duele aceptar que somos sometidas por el hombre que dice amarnos, todo bajo aquella máscara de amor, protección, cuidados, etc.
Que dicho sea de paso, ha sido romantizado. Todo lo que nos han contado del amor de pareja, hacia los hijos, etc. está bañado de un misticismo que nos ha dañado por generaciones y este mito romántico todavía tiene a muchas mujeres sobre el piso, con la rodilla  de su agresor en el cuello.
·       Voy por ti o te llevo porque me preocupas.
·       Te acompaño, para que no te pase nada.
·       Primero estudio yo y luego te apoyo a ti.
·       Deberías usar otro tipo de ropa, podrían faltarte al respeto.
·       Llámame cuando llegues a casa, me preocupo por ti.
·       Todo lo que quiere se lo compro, no le doy dinero pero le doy todo lo que quiere. Nada le falta.
·       Mi esposa vive tranquila, no trabaja ni tiene que salir de casa. Solo se ocupa del hogar  y de nuestros hijos. Todo el día está segura en casa. Le doy lo necesario para que viva así.
·       Pues es que su marido es muy celoso, es obvio, porque es hombre.
Estas son solo algunas frases que siguen ayudando a naturalizar la violencia sutil en contra de la mujer. ¿Puede crecer? Sí. Este tipo de violencia va en aumento y además hay factores predisponentes como el alcohol.
Lo cierto es que, si para una mujer es complejo entender y aceptar que son violentadas de este modo, para un hombre resulta inexistente.
Aceptar que son formas de violencia porque queda manifiesta la falta de libertad, el gobierno que ejercen ellos sobre nuestros cuerpos, nuestro tiempo, nuestra vida, etc. es derrumbar los cimientos de una educación tradicional machista, estereotipada que es generacional y que la tenemos impregnada en las venas, insertado cual gusano cerebral, que además, nos enseñan a no fallarle porque entonces somos vistas como rebeldes fracasadas.
El peso de lo honroso radica en que una mujer salve, todas las veces, su matrimonio porque le corresponde aguantar y fomentar la unión familiar. Agradecer que “tiene un buen hombre” a su lado porque no le faltan “frijolitos”. Es malhumorado, sí, pero se debe a que trabaja mucho y siempre anda cansado.
Todo en ellos se justifica por su postura viril. En cambio, en las mujeres se exige, porque podemos y debemos darlo.
Por ello el despertar es doloroso; una vez que te incomoda un tipo de violencia, por sutil que sea, no se permite avanzar de nivel, además de que detectado un tipo de violencia puede conducirte al fin de tu relación.
Una vez detectada, trabajada y sanada la violencia que se vive, se convierte en un proceso que desgarra; ese es el precio que pagamos por recobrar nuestra libertad. Sí, recobrar, porque nacemos libres pero el sistema patriarcal se encarga de encarcelarnos. 

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