Por: Erika Varela
Fernando no supo cuánto tiempo pasó
lavándose los dientes, revisaba cada rincón de su boca, que nada se quedara sin
limpiar.
Al dirigirse hacia su cama puso
atención en el sonido que cada una de sus acciones generaba. Colocar el cepillo
de dientes en su lugar, tomar la toalla, quitarse el excedente de agua de la
cara, colocar la toalla en su lugar, abrir la puerta, apagar la luz y cerrar la
puerta. Abrir la puerta de su habitación, situar sus lentes sobre el buró junto
a la cabecera de su cama, abrir las cobijas, acomodar su cuerpo sobre el
colchón, cobijarse y dormir. Ahí se perdió, cayó rendido, su día había estado
lleno de actividades, como siempre.
Al otro día, se levantó de golpe,
escuchó la alarma y pensó casi de forma automática: “es tarde”. Decidió, como
todos los días, seguir la rutina, se bañó, buscó la ropa que mejor le pareció,
se vistió, compuso su cabello y salió de prisa, tomando las llaves del lugar.
Fernando terminó su jornada. Regresó a
casa, fue a dormir y pensó que había sido un día “igual que todos”. Poco antes
de dormir se dio cuenta de lo que había ocurrido esta ocasión a diferencia del
día anterior. No había puesto atención en su cepillado de dientes ni en los
sonidos antes de irse a dormir, durmió como un niño nuevamente con la firme
decisión de hacer totalmente lo opuesto al otro día, poner atención en lo que
hacía.
Al siguiente día escuchó su alarma, su
corazón se aceleró, todos sus pendientes se atiborraron en su mente, al mismo
tiempo que se puso de pie súbitamente. Inmediatamente corrió al baño y al ver
su cepillo de dientes recordó lo que se había propuesto la noche anterior. Dio
un respiro profundo y se propuso lavarse los dientes con calma, fijándose en
cada parte que lavaba, siendo consciente de cómo el cepillo pasaba entre cada
diente o muela y cómo a veces tocaba levemente sus encías. Se enjuagó como
aquel día, visualizando que el agua tocaba cada parte de su boca. Luego abrió
el cancel para meterse a la ducha, se quitó su pijama poco apoco sintiendo la
tela en cada parte de su piel, tocando cada uno de sus vellos, incluso sintió
su propio olor. Colocó su ropa fuera de la ducha escuchando cada sonido
producido, incluso el más leve. Cerró el cancel, sintiendo recorrer por su
brazo la vibración de este movimiento, abrió la llave del agua caliente, dudó
por un momento en meter todo su cuerpo bajo el chorro, giró la llave del agua
fría y puso su mano debajo del agua, sintiendo cómo cada gota golpeaba
suavemente su palma, observó el agua rebotando sutilmente después de tocar su
piel, jamás había visto eso. Se permitió sentir este líquido recorrer cada
rincón de su cuerpo. Después de unos minutos decidió frotar jabón sobre su
piel, disfrutando de la textura en cada parte suya, viendo cómo esa sustancia
babosa que iba quedando se convertía en espuma, percibió el olor, jamás se había
dado cuenta de que le gustara tanto, era fresco y suave al mismo tiempo,
lavanda con menta, pudo reconocerlo. El turno de su cabeza, tomó la botella con
champú y puso un poco de éste sobre su mano, observando su color, sintiendo esa
nueva textura y disfrutando un aroma diferente que también le pareció
agradable, frotó contra su cuero cabelludo, sintiendo cada cabello enredarse
entre sus dedos, se dio cuenta de que nunca había tenido el cabello tan largo,
le gustaba. Se dejó enjuagar por el agua que seguía cayendo, puesta ahí, en
aquel momento preciso para tocarlo, para limpiarlo. Decidió quedarse ahí un
momento disfrutando de todo lo que había descubierto. Un momento de conciencia
plena, un momento para estar con él, para disfrutar su ambiente y lo que en él
había. Disfrutó de su existencia, de un momento de tranquilidad, sin
entendimiento, sin estrés, simplemente se permitió existir, se permitió estar
presente en su aquí y ahora.
Como Fernando, tómate unos minutos en
alguna de las actividades de tu día a día, para disfrutar de ti, para hacerte
consciente de lo que está pasando, de lo que estás haciendo y de lo que estás
siendo. Esto es una meditación en movimiento, consciencia plena, olvídate por
un momento de aquello que te presiona, que te estresa, que no te permite darte
cuenta de cómo estás existiendo y de lo maravilloso que puede ser un instante
si pones atención y aprendes a disfrutarlo.
E-mail: psicoterapia.evarela@gmail.com
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