El fracaso como trampolín.









Por: Mónica Maydez.

La vida está hecha para intentar, para conocer, para aprender y desaprender, para triunfar y ¿para fracasar? ¡Claro! El fracaso es un punto importante en la vida de todos los que hemos anhelado el éxito. Revisando la historia, no hay ningún tratado filosófico que nos hable del fracaso. Increíble, al tratarse de un tema tan relevante. ¿Será que es un tema tan vergonzoso que incluso, los grandes filósofos no quisieron tratarlo?
Verás, estamos educados para desarrollarnos bajo un estándar impuesto socialmente, si una persona lo irrumpe, se le llama fracasado. Ejemplo, la preparatoria debemos terminarla máximo a los dieciocho años, si alguien a los cuarenta decide estudiar el nivel medio superior, será blanco de críticas y de burlas porque, debido a su edad, ya no tendría que estar en dicho nivel. Incluso, tendría que asistir a una escuela especial para adultos. ¿En verdad se trataría de un fracasado?
Nuestra sociedad es inquisidora, nos mal mira cuando hacemos algo a destiempo o bien, simplemente cambiamos el rumbo de nuestra profesión. Ni qué decir cuando iniciamos un negocio y éste no funciona. Siempre buscando culpables. Siempre hablando en pretérito pluscuamperfecto. 
Por ello, quiero hablarte de un libro maravilloso que, en lo particular, me ha ayudado a cambiar mi perspectiva y, por lo tanto, el resultado de mis acciones. Un libro terremoto; de esos que taladran el cerebro.
Las virtudes del fracaso, escrito por el filósofo francés contemporáneo Charles Pépin, nos sugiere que el fracaso no contiene una virtud, sino muchas. Los fracasos pueden fortalecernos o debilitarnos; hay fracasos que nos hacen más sabios y nos dan disponibilidad para hacer otra cosa.
Hablamos entonces, de las oportunidades que tenemos cuando fracasamos, de la fortaleza que adquirimos además de la experiencia. Piensa por un momento, cuántos manuscritos crees que deseche el escritor antes de que una novela vea la luz, cuántos bosquejos quedarán sin vida, por el pintor, hasta hallar el adecuado y hacer de él un gran cuadro, cuántos proyectos de empresas fracasarán, para el emprendedor, antes de que una sola se consolide como la grande.
Pépin expresa que el error está demasiado poco valorado en la formación que recibimos, incluso está considerado como un drama, una infamia. Recuerda cuántos genios, del error, obtuvieron el aprendizaje. Ten en mente que el progreso de la medicina se debe a las enfermedades.
El fracaso nos enseña a forjar el carácter, además de regalarnos algunas virtudes como la humildad. ¿Te has preguntado por qué los sabios son personas tan humildes? El fracaso nos vuelve humildes y esa humildad es con frecuencia el comienzo del éxito.
La edad no debería ser tu parámetro para comenzar una nueva carrera profesional, un nuevo negocio, otra relación, aprender un idioma, practicar algún deporte, etc. Cada instante es una oportunidad para sacudirte el polvo y volver a intentarlo, con la diferencia de que ahora posees experiencia, carácter, humildad y aprendizaje. Solo entonces puedes tener contacto con la realidad.
Mira, es cierto que el fracaso puede no depender de ti, pero lo que sí dependerá es la manera en cómo lo vives. Puedes echarte a llorar toda la vida por aquello que no funcionó o bien, usarlo como trampolín para alcanzar el éxito.
Miles Davis decía: No existe mayor error que no querer cometer ninguno. ¿Te da miedo equivocarte? Te cuento, el  champagne comenzó siendo un accidente de barrica, un vino fallido que resultó en un estupendo hallazgo.
Al fracasar, no lo haces tú, lo hace tu proyecto. Por ello debes diferenciar entre fracasar y ser un fracasado. Identificarse con el propio fracaso es desvalorizarse hasta dejarse ganar por el sentimiento de vergüenza o de humillación. Decía Nietzche La buena noticia es que el hombre es un puente y no una meta.
Por último, no temas ni te identifiques con el fracaso. Aprende de dicha circunstancia, haz un cambio de escalera (en palabras de emprendedurismo), obtén el mayor aprendizaje posible y no te des por vencido.
Lao-Tse afirmaba en el siglo VI a. de C. El fracaso está en los fundamentos del éxito. 



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