La Nueva Esclavitud.
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Por: Mónica Maydez
Hablemos
de las víctimas.
A simple vista podría creerse que el
proxeneta elige a sus víctimas al azar. Como si se tratara de un juego de
suerte y entonces a quien favorece, se vuelve presa de estos criminales. Las
víctimas que son captadas por medio de la seducción, poseen un factor común que
las hace vulnerables: “baja o nula autoestima”.
Generalmente son mujeres carentes de
educación sexual, instrucción académica, no cuentan con voluntad propia.
La serpiente muerde el calcañar de la
víctima al darse cuenta que su estructura familiar está deshecha. Los padres no
tienen un interés particular por la hija y la relación con los hermanos es
endeble. Estas mujeres sienten que carecen de la protección del padre, así como
de comunicación efectiva.
Provienen de aquellas familias donde
predican que el varón está hecho para trabajar y proveer; a la mujer le
corresponde solamente tener hijos y mantener el hogar en buen estado. Hogares
donde las mujeres son hembristas[1],
los hombres machistas y la instrucción académica no posee mayor horizonte que
el de la educación básica.
Existen grupos vulnerables, tales como
los indígenas, donde por costumbre la mujer debe someterse al varón. Poseen una
estructura de gobierno patriarcal y una situación económica precaria.
Otro grupo, son los migrantes. Luchan
para sobrevivir a su paso por nuestro país y esa es una buena oportunidad para
explotarlos laboral o sexualmente.
El perjuicio psicológico es sumamente
grave. Cuando la víctima es rescatada se inclinan por una vida solitaria, sin
pareja ni hijos. Otras, impulsadas por el daño causado, deciden estudiar una
carrera profesional con el fin de ayudar a otras mujeres víctimas del mismo
hecho delictivo. Tales carreras, por estadística, son: Psicología, Derecho,
Enfermería, etc. Unas más, contemplan el suicidio y lo consuman. Cada víctima
responde conforme a su resiliencia.
Empero, hay otras mujeres que
desarrollan el “Síndrome de Estocolmo”. En donde se profesa un afecto
importante por el victimario. Hecho que permite que la mujer siga
prostituyéndose ignorando que es esclavizada.
El daño físico que les quebranta a
estas mujeres es:
Enfermedades de transmisión sexual.
(candidiasis, gonorrea, molusco contagioso, VPH, sífilis, VIH/SIDA)
Violencia física. (lesiones vaginales
y anales, abscesos, desgarros, ulceras. Petequias, heridas profundas como
consecuencia de rasguños, mordidas, etc.)
Uso de sustancias psicoestimulantes.
(Uso de drogas estimulantes para disminuir el cansancio de y aumentar el tiempo
de trabajo)
Aunado a estos, está el deceso de la
víctima.
Ver a la mujer como objeto sexual es
puramente el resultado de una ideología machista que profesa la mayoría de los
mexicanos. La falta de educación y de empatía con las mujeres, desde pequeñas,
las hace vulnerables a engaños y entonces se vuelven víctimas potenciales de
este delito que tanto aqueja a la sociedad.
Herodoto, historiador y filósofo,
escribió:
“…el no hacer ningún caso de las
arrebatadas, es propio de gente cuerda y política, porque bien claro está que
si ellas no lo quisieran de veras, nunca hubieran sido robadas”.
[1] Término que se le adjudica a la mujer formadora de machos y que
paradójicamente, se queja de la actitud de éstos hacía ella,

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